Ciencia patológica: cuando los sesgos científicos distorsionan la realidad
El autoengaño en la investigación científica y sus consecuencias en hallazgos falsos.
28 Jun, 2025 15:26
La ciencia patológica surge cuando investigadores, influenciados por sesgos, manipulan datos para confirmar hipótesis preconcebidas. Un ejemplo histórico son los rayos N, supuestamente descubiertos por el físico francés René Blondlot en 1903. A pesar de la falta de evidencia sólida, cientos de artículos respaldaron este fenómeno inexistente, demostrando cómo el deseo de validar una idea puede eclipsar el rigor científico. Irving Langmuir, premio Nobel de Química, acuñó el término en 1953 para describir esta desviación del método científico. Este fenómeno no es aislado. Ernst Haeckel, biólogo alemán, afirmó que embriones de especies distintas eran idénticos, un error perpetuado por décadas hasta que la tecnología reveló la verdad. La revisión por
pares y los avances tecnológicos han reducido estos casos, pero persisten riesgos. En 2002, la revista Science publicó un estudio sobre fusión por sonoluminiscencia, luego desmentido por Carlos Cámara, un investigador mexicano. Su trabajo demostró cómo el entusiasmo por resultados revolucionarios puede opacar la verificación rigurosa. La ciencia patológica no solo desacredita hallazgos, sino que erosiona la confianza pública en la investigación. Mayo Villagrán, experto de la UNAM, advierte que el autoengaño puede afectar incluso a científicos destacados. Su recomendación es clara: reproducir experimentos y evitar interpretaciones sesgadas. La integridad científica exige humildad para aceptar errores y transparencia en la metodología, únicas garantías contra la distorsión de la realidad.