La caza de brujas histórica y el actual control sobre los cuerpos de las mujeres

La transición al capitalismo en la Europa de los siglos XV y XVI requirió de un mecanismo de control social sin precedentes: la caza de brujas. Según la obra de Silvia Federici, este proceso sistemático de persecución y exterminio fue fundamental para disciplinar los cuerpos y la fuerza reproductiva de las mujeres, allanando el camino para la acumulación de capital. Las primeras víctimas fueron parteras, curanderas, mujeres solteras o con conocimientos que desafiaban el orden patriarcal establecido. Este terror rompió la solidaridad comunal y consolidó un nuevo modelo de sociedad. El contexto de crisis demográfica, marcado por hambrunas y pestes, exigía un aumento de la mano de obra. La solución fue una ofensiva para forzar a las mujeres a dedicarse exclusivamente a la reproducción y al trabajo doméstico no remunerado. Las acusaciones de brujería servían para eliminar cualquier resistencia y castigar a quienes escapaban de los roles de género designados.

La quema en la hoguera era el castigo ejemplar que aterrorizaba a toda la comunidad femenina, estableciendo una división sexual del trabajo crucial para el capitalismo incipiente. Hoy, esta lógica resurge con fuerza en discursos y políticas que responsabilizan a las mujeres y al feminismo por la disminución de la natalidad.

En países como Rusia se aprueban leyes que prohíben promover estilos de vida sin hijos, mientras en Japón figuras políticas han llegado a proponer castigos aberrantes para las mujeres solteras. El acceso al aborto se restringe globalmente, enmarcado en un deber patriótico de procrear.

Paralelamente, se estigmatiza al feminismo como una postura egoísta que destruye la familia tradicional. La conexión histórica es clara: el control sobre la autonomía corporal y reproductiva de las mujeres sigue siendo un pilar para proyectos políticos y económicos.

El lema Somos las nietas de las brujas que no pudiste quemar simboliza la resistencia continua contra estos mecanismos de opresión que, aunque con nuevos ropajes, repiten la vieja fórmula de persecución hacia la mujer independiente..