Nieve de Chabelo en Monclova: 90 años de tradición y sabor artesanal

En la Colonia Primera de Mayo de Monclova, Coahuila, la nieve de Chabelo es un símbolo de resistencia y tradición. Benito Amaya Pérez, heredero del negocio fundado por su padre José Isabel Amaya en 1962, mantiene viva la receta original con leche bronca y vainilla de calidad. Durante décadas, la familia ha vendido su producto en garrafas, conquistando paladares y superando crisis económicas y pandemias. La clave, según Benito, es la autenticidad: No es la mejor del mundo, pero a la gente le gusta. El negocio sigue en pie gracias a la fidelidad de clientes que hoy llevan la nieve hasta ciudades como San Antonio o Guadalajara. El origen de esta historia se remonta a la llegada de José Isabel Amaya desde Ciudad de México. Tras trabajar como soldado y machetero, encontró en la nieve artesanal una forma de prosperar. Con una carrucha de mano, recorría las calles de Monclova, ganándose el cariño de la comunidad.

Benito tomó el relevo en 1991, modernizando poco el proceso pero conservando la esencia: ingredientes naturales y atención personalizada. Mis clientes tienen paladar fino, comenta entre risas. La pandemia obligó a cerrar temporalmente, pero la demanda no cesó, demostrando el arraigo cultural del producto. Hoy, el negocio enfrenta el desafío del relevo generacional. El hijo mayor de Benito, de 47 años, ya ayuda en la producción, aunque la familia rechaza expandirse para no perder la esencia artesanal. Este lugar nos da todo, afirma Benito, quien a sus 68 años sigue vendiendo desde su casa en la Primera de Mayo. Los precios, accesibles (desde 20 pesos el vaso), reflejan su filosofía: compartir antes que enriquecerse. La nieve de Chabelo no solo es un postre; es un puente entre el pasado y el presente, endulzando la identidad de Monclova una cucharada a la vez.