La ONU en crisis: ¿Por qué falla en resolver los conflictos globales más urgentes?

La ONU, creada en 1945 para mantener la paz global, ha demostrado ser incapaz de responder eficazmente a los conflictos modernos. Ejemplos como el genocidio de Ruanda en 1994, donde las tropas de la ONU se retiraron tras el asesinato de 10 Cascos Azules, dejando a la población vulnerable, revelan fallas estructurales. Más recientemente, la invasión rusa a Ucrania en 2022 y la guerra en Gaza han expuesto la impotencia de la organización ante las acciones de potencias con poder de veto en el Consejo de Seguridad. El debilitamiento de la ONU se agravó en 2003, cuando Estados Unidos y Gran Bretaña ignoraron su autoridad para invadir Irak, pese a la oposición del Consejo de Seguridad. Este precedente sentó las bases para

que otras naciones, como Rusia e Israel, actuaran sin consecuencias. La falta de consenso entre los miembros permanentes, sumada a intereses geopolíticos, ha paralizado decisiones clave. Incluso en crisis humanitarias, como los ataques a convoyes de ayuda en Gaza, la ONU no ha logrado imponer soluciones efectivas. Las consecuencias de esta inacción son graves: conflictos prolongados, violaciones masivas de derechos humanos y un creciente escepticismo hacia el multilateralismo. Mientras el mundo evoluciona hacia un orden multipolar, la ONU sigue anclada en mecanismos obsoletos. Reformas urgentes, como limitar el poder de veto o modernizar sus protocolos, son necesarias para recuperar relevancia. Sin cambios, la organización corre el riesgo de convertirse en un símbolo de impunidad en lugar de un garante de paz.