Trump anuncia el envío de la Guardia Nacional a Chicago y Baltimore pese a la oposición local.

Donald Trump confirmó el despliegue de la Guardia Nacional en Chicago y Baltimore, afirmando su derecho a actuar a pesar del rechazo explícito de los gobernadores demócratas de Illinois y Maryland. La decisión se produce tras sus intervenciones previas en Washington D. C. y Los Ángeles, justificadas bajo el argumento de combatir una ola de violencia descontrolada. El gobernador J. B.

Pritzker había advertido sobre esta militarización, calificándola de innecesaria y política. El contexto de esta medida es la insistencia de Trump en que la violencia en estas ciudades, a las que denominó infiernos, requiere una intervención federal urgente. Sin embargo, las estadísticas oficiales de criminalidad en Chicago contradicen esta narrativa, mostrando una tendencia a la baja en crímenes violentos en los últimos años. Las consecuencias inmediatas son un aumento de la tensión entre el gobierno federal y las autoridades estatales, que acusan a Trump de sobrepasar sus competencias. La movilización de agentes federales sin coordinación local genera preocupación por los derechos civiles y el potencial de escalada de conflictos. Este movimiento es visto como una estrategia política en un año electoral, polarizando aún más el debate sobre la seguridad y la gobernanza en Estados Unidos.