Familiares de los 43 de Ayotzinapa renuevan su fe en la Basílica de Guadalupe para exigir justicia y verdad

Los familiares de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa desaparecidos en 2014 se congregaron en la Basílica de Guadalupe para participar en una misa especial. El acto, oficiado por el obispo Raúl Vera, buscó renovar las fuerzas y la esperanza tras once años de búsqueda sin respuestas definitivas.

Durante la concentración, los colectivos exigieron al Estado mexicano la extradición de dos figuras clave vinculadas al caso: Tomás Zenón de Lucio, exjefe de la Agencia de Investigación Criminal, asilado en Israel, y el juez José Ulises Bernabé García, refugiado en Estados Unidos. Melitón Ortega, vocero de los padres, explicó que acudieron al recinto religioso para recargar las energías desgastadas en esta larga lucha por la verdad.

El contexto de esta movilización se enmarca en el primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Los familiares reconocen la apertura para mantener mesas de trabajo, pero expresan una profunda frustración por la falta de resultados tangibles.

Ortega criticó que la administración actual no ha facilitado información crucial desde instituciones como la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Juan Pablo Hernández, padre de uno de los normalistas, acusó a gobiernos anteriores, especialmente al de Enrique Peña Nieto, de engañarlos y de ocultar la verdad. Los padres también lamentaron la salida de los expertos argentinos del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), a quienes atribuían avances significativos en la investigación.

Las consecuencias de esta inmovilidad institucional son un dolor que se perpetúa y una desconfianza creciente hacia el Estado. Clemente Rodríguez Moreno, otro padre, afirmó que la estrategia gubernamental parece dilatar la investigación para desmovilizar a las familias, una táctica que juraron no permitir.

El obispo Vera, durante la homilía, denunció la falta de voluntad real para investigar, señalando la presunta implicación de altos mandos militares. Este estancamiento, según los familiares, no solo pospone la justicia, sino que erosiona la ya frágil fe en las instituciones mexicanas.

La misa concluyó como un símbolo de resistencia, donde la demanda central sigue siendo la misma: presentación con vida de los 43 y castigo a todos los responsables materiales e intelectuales de su desaparición forzada..