Solicitudes de asilo en México se mantienen altas pese a políticas migratorias restrictivas de Trump

La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) registró 58,800 solicitudes de asilo entre enero y septiembre de 2025, una cifra prácticamente idéntica a la del mismo periodo del año anterior. Los datos oficiales indican que los ciudadanos cubanos continúan encabezando la lista de solicitantes, seguidos por venezolanos y haitianos.

Además, las autoridades han detectado un incremento en la llegada de migrantes provenientes de África, lo que refleja una diversificación en los flujos migratorios hacia el país. La mitad de estas solicitudes se concentran en estados como Chiapas, Tabasco, Veracruz y la Ciudad de México, según análisis de ACNUR.

Este organismo destaca que México ha recibido alrededor de 500 mil peticiones de refugio en los últimos cinco años, con una tasa de reconocimiento superior al 60 por ciento. El contexto de esta estabilidad en las cifras se explica por el endurecimiento de la política migratoria estadounidense tras el regreso de Donald Trump a la presidencia.

Expertos como Javier Urbano, de la Universidad Iberoamericana, señalan que muchas personas han optado por permanecer en México en lugar de intentar cruzar hacia Estados Unidos bajo las nuevas restricciones.

Entre las medidas implementadas por Trump figuran el despliegue de la Guardia Nacional, la ampliación del muro fronterizo y la suspensión de las citas de asilo a través de la aplicación CBP One. Paralelamente, se han intensificado las redadas y detenciones masivas de migrantes, lo que ha generado un escenario de mayor riesgo para quienes intentan llegar al norte.

Las consecuencias de este panorama son multifacéticas para México. El país consolida su doble rol como nación de tránsito y, cada vez más, como destino final para quienes buscan protección internacional.

Aunque un 66 por ciento de los migrantes que llegan declaran su intención de establecerse en territorio mexicano, según ACNUR, otros muchos ven su estadía como temporal, a la espera de un cambio en la política estadounidense o de reunir recursos para continuar su viaje. Esta situación mantiene una presión constante sobre la infraestructura de asilo mexicana y redefine la dinámica migratoria regional, con México como un actor clave en la gestión del flujo de personas que huyen de crisis económicas, políticas y sociales..